domingo, 30 de junio de 2013

En primicia, "Pelea de Gallos"

Tengo el gusto de presentarles en primicia el primer relato que compone mi nueva antología, titulada "Pelea de Gallos y Otros Relatos de Diversa Índole y Temática".

Escribí un borrador de este primer relato, "Pelea de Gallos", cuando cumplí los 19 años. Hoy, 16 años después, le he dado nueva forma y están ustedes a punto de ver el resultado final.

Esta historia es una fábula llena de humor sin pretensiones filosóficas, diseñada sólo para hacerles pasar un rato divertido.

Les recuerdo que son ustedes siempre bienvenidos en mi página de autor de facebook

Espero que la disfruten:

                                                      PELEA DE GALLOS

"Querido lector, voy a hacerle partícipe de un secreto que mucha gente desconoce:
los animales hablan, como usted y como yo. No ponga esa cara. Sé que es un hecho insólito, pero es la pura verdad. Es un secreto que muy pocos conocemos porque los animales son muy cuidadosos y no se dejan oír por los humanos.

Voy a contarle una historia que sucedió no hace mucho tiempo, aunque tampoco poco, sino todo lo contrario. Por tanto, sucedió hace un indeterminado tiempo en un indeterminado lugar. Sobra decir que he cambiado los nombres de los protagonistas para mantener su anonimato y, sobretodo, para evitar querellas judiciales.

Era que se era una granja en, vamos a decir, Tirilandia. En esta granja había un corral de gallinas, en número de a ocho, y estas gallinas estaban presididas por gallos, en número de a uno.
Un día la Dueña y el Dueño trajeron otro gallo que habían encontrado perdido en el bosque y lo arrojaron dentro del corral.
Cuando los animales se quedaron solos, el gallo que presidía el corral, que respondía al nombre de Pertinaz, interrogó al recién llegado, que respondía al nombre de Romeo. Resultó que éste había sido abandonado a su suerte por sus antiguos amos, y estaba buscando un corral en el cual ejercer su mandato. Cuando Pertinaz iba a responder a tan grande falta de respeto, fue despojado de su hasta entonces trono y sustituido por Romeo, que era más fuerte, atractivo y ligón.

En un par de semanas la situación era insostenible. Romeo se había hecho con el control del corral, disponiendo de las ocho gallinas para él solo, para satisfacción de sus más bajos instintos amorosos, y para colmo la mejor comida era para él.
Pertinaz reunió el valor suficiente para encararse con su archienemigo.
- Disculpa, amigo Romeo- dijo Pertinaz.
Romeo se hallaba encaramado a una gallinita en aquel momento, así que el anterior rey del corral esperó observando la escena. El nuevo dictador soltó un kikirikí de placer y alejó a la gallina de un puntapié. Después se acostó sobre su espalda dejando las dos patas apuntando al techo. Tenía la lengua fuera, aún jadeante por el esfuerzo de la procreación. Ya recuperado, dijo:
- Te escucho, amigo Pertinaz, pero que sea para hoy, que me quedan dos gallinas por cubrir.

Pertinaz se aclaró la voz para comenzar su intervención, pero aún así le salió voz de pito:
- Romeo, he de decir que estoy soliviantado por la inusual situación en la que me hallo en la actualidad.
- ¿A qué te refieres?
- Pues que las que antes eran mis novias ahora son las tuyas; la que antes era mi comida ahora es la tuya.
- Pero amigo, es que tú eres demasiado escuálido para atender a todas las gallinas. Yo, sin embargo, soy una bestia parda.

Ambos guardaron silencio un momento. Romeo parecía reflexionar.
- Te propongo algo, amigo Pertinaz. Un concurso. El que gane se lo queda todo.
- Te escucho. ¿Qué tipo de concurso? ¿Qué propones?
- Estamos a uno de diciembre. Te propongo que, durante un mes, cada uno haga lo que mejor sepa hacer, y el que no aguante pierde. Yo me dedicaré a cubrir a mis amigas las gallinas varias veces al día... a todas. Y tú te dedicarás a comer todo lo que encuentres varias veces al día también. Cuando pasen treinta días veremos el resultado.
- Trato hecho.

Pues a eso se dedicaron nuestros dos gallos.
Romeo empezó a copular con las gallinas como un loco. A los diez días del comienzo del reto ellas solas estaban en fila esperando a Romeo todas las mañanas para la sesión matinal.
Pertinaz, por su parte, no hacía otra cosa que comer. Comía por la mañana, por la tarde, por la noche, entre horas, entre horas de las entre horas anteriores... Lombrices, gusanos, pienso, todo se lo tragaba.

A los veinte días ambos empezaban a dar signos de hastío. Romeo soñó una noche que copulaba con la Dueña en todas las maneras conocidas y por conocer, y que el Kamasutra se le quedaba corto para dejarla satisfecha.
Pertinaz soñó en una ocasión que estaba comiéndose un bebé de lombriz y una lombriz gigante, madre de la otra, le perseguía con la intención de arrancarle la cabeza.
También había evidencia física de los extremos a los que estaban llegando.
Romeo se hallaba enflaquecido y ojeroso, con eterno aspecto de agotamiento.
Pertinaz, por su parte, no podía casi ni caminar a causa de los kilos que había engordado.
De todos modos, ninguno estaba dispuesto a capitular.

Muy en contra de su voluntad, todo acabó un fría mañana. Llegó el Dueño portando un hacha y echó a correr detrás de nuestro amigo Pertinaz. Éste no pudo ir muy lejos a causa de su reciente pérdida de forma física, así que el Dueño le agarró por el cuello y gritó en dirección a la puerta del corral:
- Cariño, este hermoso ejemplar servirá para alimentar a toda la familia esta noche.

Y ésta ha sido la historia de cómo el astuto y pérfido Romeo se libró de ser invitado a la cena de Nochebuena y al mismo tiempo se quedó el harén de gallinitas para él solo".

2 comentarios:

  1. Jejeje, estamos un grupo de amigos reunidos leyendo esto y nos tiramos por el suelo...¿Son así el resto de las historias? jajja, me parto con los pollos estos

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  2. Vaya con los dos gallitos!!!

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